Thursday, April 11, 2013

De slashers y Margaret Thatcher...

El día 8 de abril del presente año, fallecieron dos grandes íconos de la década de los años 80: Margaret Thatcher y Richard Brooker (actor que interpretó a Jason Vorhees en la tercera película de Viernes 13). De entrada, parece que aquello que relaciona a estos dos personajes es -única y precisamente- la década en que saltaron a la luz pública. Sin embargo, es probable que tengan una relación mucho más estrecha de lo que podría imaginarse. 

Los años 80 vieron surgir una gran cantidad de películas tipo slasher. Tal fue su popularidad, que dicho estilo se convertiría en el sello particular del horror de la década y aportaría al género villanos memorables tales como Freddy Kruger, Michael Myers y -por supuesto- Jason Vorhees. Pero, ¿por qué precisamente en dicha época surgieron y triunfaron estos terroríficos asesinos? Tal vez Margaret Thatcher tenga la respuesta.

Además de los slashers, la década de los 80, trajo consigo el regreso al poder de los gobiernos conservadores y promotores del capitalismo más recalcitrante. Las dos figuras emblemáticas de dicha filosofía política y económica fueron Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido. Después del frenesí hippie y la guerrilla de los años 70, estos políticos, promovían el regreso a los valores "tradicionales", la moralidad y la moderación.

Pensando entonces en las películas como Viernes 13, nos encontramos con que la o el protagonista que generalmente sobrevive es aquel que no tiene sexo, no bebe, no se droga, etc. En pocas palabras, aquel que encarna el ideal del adolescente conservador á la Thatcher. Los villanos como Jason sólo pueden ser detenidos por aquellos jóvenes puros, cuya moralidad les confiere la fuerza para convertirse en héroes. Es decir, por esos jóvenes producto de la sociedad "thatcheriana".

Así, con la muerte de Margaret Thatcher y Jason Vorhees el mismo día, la década de los 80 parrece despedirse para irse convirtiendo poco a poco en historia antigua. Tomaré el hecho de que el antihéroe y la promotora de los valores conservadores se hayan ido el mismo como un guiño sarcástico de la vida. Después de todo, sin villano no hay héroe.

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