Wednesday, November 21, 2012

Pasión Lovecraftiana

El día de ayer, asistí a la plática del Dr. Vicente Quirarte a propósito de Lovecraft en la Capilla Alfonsina (hermoso recinto, por cierto). Quirarte comenzó por contar cómo había empezado su devoción hacia Lovecraft desde muy joven, hasta que ésta lo llevara a decidir hacer un viaje a Providence, Rhode Island en "peregrinación" para visitar la ciudad (y tumba) de H.P. Lovecraft.
El tono de la plática fue muy ameno, el Dr. Quirarte, habló sobre la vida de Lovecraft: la leyenda negra en torno a su persona, su amistad con Robert H. Barlow, la habilidad de Lovecraft de crear su propia bibliografía (i.e. el Necronomicón) y sobre un largo etc.
No sólo disfruté mucho la plática debido a mi amor por Lovecraft y su obra y -por supuesto- por la elocuencia del maestro Quirarte, sino que también me hizo reflexionar sobre la influencia que puede tener un escritor sobre nuestras vidas.
En mi caso, estoy tentada a decir que Poe fue el culpable de volverme una adoradora del horror, sin embargo, creo que le concederé la corona a J. Sheridan Le Fanu. No sólo me aficionó a las historias de fantasmas, sino que me transmitió el amor por su natal Irlanda.
Sin desviarme más del tema que ocupa esta entrada, diré que después de haber asistido a dicho evento, me dieron más ganas de volver a leer a Lovecraft. Recuerdo que la primera obra que leí -hace muchos años ya- fue "The Haunter of the Dark" (y para mi buena suerte, fue justo de este cuento del cual Quirarte leyó un fragmento). Me impresionó profundamente, y aunque nunca antes había leído nada sobre los mitos del Cthulhu, esta historia me llevó a adentrarme en ellos. 
H.P. Lovecraft con William J. Dowdell

Pienso que hay ocasiones en las que resulta difícil acercarse a autores de culto como Lovecraft. Parece que debiera seguirse un orden específico de sus libros para poder entender toda la mitología y el pensamiento del autor, algo que puede ser abrumador. En mi humilde opinión,creo que hay que empezar por cualquier libro de Lovecraft que a uno le resulte atractivo, sin necesidad de quebrarse el cerebro por no saber la historia detrás de cada personaje o ser primordial. Ninguna "preconcepción"  debe volver un sufrimiento o complicar la lectura de un autor tan fascinante como Lovecraft.

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